REFLEXIÓN DE MILITANCIA: 50 AÑOS

50 AÑOS

Hace 50 años nuestra convivencia nacional se quebró dolorosamente. La dignidad de cada persona, que se expresa en la vida democrática y el respeto de los derechos humanos, cedió ante el temor, la marginación, la tortura y la muerte.

Olvidamos nuestra humanidad y nos entregamos a la polarización, la violencia y el odio fratricida. Olvidamos que nuestras convicciones y diferencias políticas siempre deben encontrarse en el propósito final de servir a Chile y buscar el bien común de todos los miembros de nuestra patria.

50 años después, las heridas abiertas no han sanado. Compartimos el dolor de tantos y tantas compatriotas que aún no han recibido justicia por las violaciones a los derechos humanos que sufrieron en Dictadura. “La violencia no genera sino la violencia” denunció el Cardenal Silva Henríquez en 1974; debemos condenarla siempre y nunca puede ser aceptada como un medio legítimo de acción política.

Como testigos del sufrimiento de la Nación en dictadura nos preocupa el clima de creciente polarización e intolerancia política. Tras décadas de crecimiento social y económico desde la recuperación de nuestra democracia, se presenta nuevamente a nuestra institucionalidad política el desafío de abrir espacios de diálogo y alcanzar acuerdos para resolver las necesidades de nuestros compatriotas.

Tras décadas de progreso social y económico desde la recuperación de nuestra democracia, pareciera que nuevamente nuestros representantes políticos son incapaces de abrir espacios de diálogo y alcanzar acuerdos para resolver las necesidades de nuestros compatriotas. Este clima, que parece agravarse mientras nos acercamos al 11 de septiembre, es promovido con fines electorales por sectores políticos de extrema derecha e izquierda.

A 50 años del Golpe de Estado, debemos atrevernos a recorrer juntos los errores de nuestro pasado reciente y reflexionar acerca de los valores y principios que debieran inspirar a nuestra comunidad. De las crisis no se sale solo, sino únicamente de la mano de otras y otros.

Hacemos un humilde llamado a nuestros representantes políticos, para cuidar el diálogo como base para el desarrollo de un país más justo y democrático. Debemos intentar comprender los dolores y temores ajenos, reconocer nuestros errores y la dignidad de nuestro prójimo, para buscar juntos el bien común de nuestra patria. Sólo desde esa base de genuina amistad cívica podremos ofrecer a las próximas generaciones un país reconciliado, fraterno y solidario, que les asegure que no volveremos a sufrir los dolores del pasado.

Isabel Aylwin Oyarzún

Carlos Figueroa Serrano

Ricardo Halabi Caffena

Alfredo Pesce Gennaro

Andrés Zaldívar Larraín

Raul  Allard Neumann

Eduardo  Beas Godoy

Jorge Donoso Pacheco

Alejandra Krauss Valle

Luis José Ortiz Quiroga

Edgardo Riveros Marín

Carmen V. Frei Ruiz-Tagle

José Miguel Beytía Reyes

Mariano Fernández Amunátegui

Ricardo Ffrench-Davis Muñoz

Jaime Silva Arancibia