MANIFIESTO POR LA DEMOCRACIA Y LOS DERECHOS HUMANOS UNA INVITACIÓN AMPLIA A 50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO
Estamos próximos a conmemorar 50 años de la ocurrencia del quiebre democrático e
institucional y de la fractura del alma de Chile. El 11 de septiembre se trata de una fecha
triste y dolorosa para la historia de nuestro país, los chilenos y las chilenas. Es un
momento que marca un antes y un después. Perdimos la democracia y se inició el período
autoritario de una noche oscura que se prolongó por 17 años.
La cita que tenemos con la historia nos exhorta a una profunda reflexión como sociedad, y
en la cual los partidos políticos tienen mucho que decir. En este marco, mientras algunos
piensan que debemos olvidar, otros nos invitan a superar este momento mediante
declaraciones de voluntad. Las preguntas que caben son: ¿Debemos olvidar el Golpe de
Estado? ¿Podemos realmente superar por decreto el dolor y el horror provocado por la
dictadura? ¿Seremos capaces de suscribir un compromiso amplio por la democracia y los
derechos humanos en nuestra Patria? Para nosotros no es posible ni aceptable olvidar, y a
partir de ello construir. Aun cuando constatamos que en el país hay visiones e
interpretaciones distintas respecto del quiebre de la democracia en 1973, ello no puede
ser obstáculo para volver a comprometernos todos con la democracia y con los derechos
humanos.
Los 50 años del Golpe de Estado requieren partir por la memoria. Recordar a las víctimas y
volver a condenar la violación de los derechos más elementales que tenemos los seres
humanos. Nunca más debemos permitir que por el mero hecho de pensar distinto
tengamos que vivir el horror al cual nos sometió la dictadura cívico-militar.
De la misma forma, al conmemorar estas 5 décadas volvemos a condenar el Golpe de
Estado. Los problemas de la democracia se solucionan con más democracia y en el marco
de los caminos que ofrece la institucionalidad, nunca a través de la fuerza, nunca a través
de la violencia.
Estamos en el momento propicio para pensar (y repensar) los errores políticos históricos,
para seguir reclamando verdad y justicia por los crímenes cometidos contra nuestros
propios compatriotas y para comprometernos con profundizar la democracia como único
marco político de solución a todos los conflictos económicos, sociales, culturales e
institucionales que puedan existir.
La historia nos recuerda que en la época del quiebre de la democracia, nuestro país estaba
inmerso en un clima de profunda distancia ideológica, con una realidad económica y social
precaria, una polarización política desbordada y un gobierno con marcadas deficiencias.
Todo, en el marco de una confrontación de visiones de mundo que conocemos como
Guerra Fría. En todo sentido, fue una época dominada por posiciones extremas, tozudes y
muchas veces con la ausencia de diálogo fructífero.
A partir de esta constatación, sentimos el deber de recoger las lecciones que nos permitan
recuperar la esperanza como miembros de una comunidad que comparte un mismo
propósito y destino común, cual es la construcción de un Chile mejor, justo, desarrollado y
con dignidad.
Esta conmemoración nos encuentra nuevamente en un momento de divisiones políticas
importantes. No hemos logrado encontrar el camino que nos vuelva a poner en la senda
compartida, el propósito mayor de construir una nación donde la libertad y la igualdad
sean expresiones concretas y permanentes de nuestra vida social. Tenemos temas
centrales que debemos abordar con urgencia y con sentido de unidad. Esta evocación
histórica puede significar la oportunidad para acordar un pacto social moderno, unitario e
inclusivo.
Con base en lo anterior, manifestamos que los 50 años del Golpe de Estado es una fecha
que nos exige recordar la importancia de la buena y sana política y la irrenunciable
convivencia pacífica entre todos los chilenos y chilenas, a pesar de toda discrepancia y
diferencia. Chile es uno solo. Y así lo reclama el alma de nuestro país que está compuesta
por millones de rostros, testimonios e historias, que no hacen más que gritarnos el deber
que tenemos por delante como clase política: la construcción de un mejor país, uno más
seguro, menos desigual, donde el bienestar sea compartido, con una mejor democracia y
más justicia social.
Hacemos un llamado con entera generosidad y honestidad a todas las fuerzas políticas a
que se sumen a este cometido. A que podamos encontrarnos en el deseo de la
construcción de un mejor país, del mañana que deviene de un aprendizaje constante de lo
que fue el ayer. Invitamos incluso a aquellos que desconfían de este momento histórico y
aquellos que apelan a la justificación del quiebre institucional, a que se puedan sumar a
este esfuerzo de reencuentro en torno al futuro. Por la Patria, nadie se humilla. Nadie
sobra.
Hacemos un llamado a todas las fuerzas políticas a comprometernos con la democracia
siempre, a todo evento, sin excepción. A comprometernos con la libertad de las personas
y la igualdad de derechos entre todos y todas, con la libre determinación por parte de los
ciudadanos de las autoridades nacionales, regionales y locales, con la libertad de prensa,
con la solución pacífica de los conflictos y la condena de todo tipo de violencia política.
Comprometernos a aceptar y respetar los gobiernos elegidos por las mayorías, así como
respetar a las minorías. Comprometernos a la efectiva separación e independencia entre
los poderes del Estado, la probidad y el buen uso de los recursos públicos, así como el
respeto a las distintas instituciones de la República.
Hacemos un llamado a todas las fuerzas políticas a comprometernos con el respeto a los
derechos humanos en todo momento, lugar y circunstancia, derechos que están
establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “sin distinción alguna
de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”, como señala dicha Declaración. A comprometernos a legislar y actuar en conformidad al respeto de los derechos humanos, en toda responsabilidad política y social que tengamos hoy y en el futuro. Acomprometernos con la verdad, justicia, memoria, reparación y garantías de no repetición.
Finalmente, estos llamados han estado precedidos del testimonio y la convicción de miles
de chilenas y chilenos en estos 50 años, para defender y luego recuperar la democracia, y
posteriormente preservarla. Miles de chilenas y chilenos que dieron testimonio en la
defensa y el respeto de los derechos humanos, y en la búsqueda de verdad y justicia
durante la dictadura, organizados inicialmente en torno a la Vicaría de la Solidaridad y la
Comisión Chilena de Derechos Humanos, y luego han continuado en democracia. A todos
ellos y ellas nuestro respeto y admiración, especialmente a quienes perdieron la vida por
sus convicciones democráticas.
Los llamados de hoy también han estado precedidos de iniciativas institucionales en
distintos gobiernos, comenzando por la creación de la Comisión Nacional de Verdad y
Reconciliación (Comisión Rettig) en 1990, la Mesa de Diálogo de Derechos Humanos en
1999, la Comisión Nacional sobre Política y Tortura (Comisión Valech) en 2003, la creación
del Instituto Nacional de Derechos Humanos en 2009 y la Subsecretaría de Derechos
Humanos en 2015, entre otras iniciativas institucionales, las que valoramos.
El desafío hoy, a 50 años del Golpe de Estado, es dar un paso más, comprometernos todos
y todas con la democracia y los derechos humanos. De esta generación depende lograrlo,
por amor a Chile y su gente.
Partido Demócrata Cristiano
Santiago, 28 de julio 2023.