DISCURSO ALBERTO UNDURRAGA EN INAUGURACIÓN MONUMENTO A PATRICIO AYLWIN EN LA MONEDA

Discurso del Presidente Nacional del PDC, Alberto Undurraga
Inauguración del Monumento Conmemorativo
del Presidente Patricio Aylwin Azócar

miércoles 30 de noviembre de 2022

Estimadas amigas y amigos:

Siento una profunda emoción al compartir con cada uno de ustedes esta ceremonia.
Una mezcla de gratitud, orgullo, respeto, agradecimiento, solemnidad y cercanía
recuperada.

Volvemos a sentir próxima la figura y el semblante inconfundible de un hombre grande,
justo y bueno. Nos llegan los ecos de las gestas compartidas, de los encuentros
fraternos, de los momentos decisivos de nuestra historia donde Patricio Aylwin fue la
voz vibrante y recuperada del Chile libre. De un Chile que volvía a ser la patria para
todos que tanto soñamos, por la que luchamos, por la que tantos y tantas entregaron su
vida y nosotros tenemos ahora la responsabilidad de sostener y proyectar.

La democracia tiene sus héroes y Patricio Aylwin es uno de ellos. Fue un político integral,
un estadista y es un referente compartido por todos los humanistas cristianos. Don
Patricio fue constructor de partido, constructor de coalición, constructor de acuerdos y
constructor de democracia. Todo en una persona.

Hay que recordarlo ahora que tantos se permiten denostar a los partidos, tal vez porque
tienen siempre mucho más presente los malos ejemplos que los mejores.
Don Patricio fue siete veces presidente del Partido Demócrata Cristiano y nos sentimos
orgullosos de contarlo entre nuestros camaradas. Se formó y aprendió a servir a los
demás en política integrado en esa comunidad extraordinaria que fue la Falange
Nacional.

Es bueno recordarlo hoy. Patricio Aylwin se incorporó a la Falange cuando hacer política
era cuesta arriba. Cuando, mucho tiempo después, trasmitía su legado a los más
jóvenes, siempre recordaba que, durante muchos años, para sus fundadores lo propio
de la Falange era y seguiría siendo, no el ejercicio del poder, sino el dar testimonio de
los principios y valores del humanismo cristiano.

Tuvieron tiempo para formarse y prepararse como ninguna otra generación la ha tenido
antes y después de ellos y ellas. Llegaron al poder después de estar preparados para
el poder. Aportaron la experiencia ganada en la madurez, sin perder los ideales de la
juventud y por eso lograron tanto. Frei, Leigthon, Tomic, Aylwin y muchos otros, primero
fueron una comunidad y por eso pudieron convencer de que el Chile fraterno de la
Revolución en Libertad era un sueño posible.

Fue un constructor de coalición. Habiendo vivido la crisis de la democracia desde la
primera línea, sabía que las democracias se pueden enfermar con la división, el
sectarismo y la violencia. Sabía que esta tragedia nunca más se debía repetir, que para
eso se necesitaba la unidad de los demócratas y, cuando tuvo la oportunidad, se
destacó entre aquellos hombres y mujeres que estuvieron a la altura de los anhelos de
nuestro pueblo.

Sin Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Gabriel Valdés y , así como sin Clodomiro Almeyda
y sin Ricardo Lagos no hubiera existido Concertación y sin Concertación, sin la
centroizquierda unida, no hubiéramos derrotado al dictador. La historia une en lo grande
lo que los seguidores de los líderes no siempre saben ver en medio de los
acontecimientos.

Cada generación construye para su tiempo, con los materiales de su tiempo y Aylwin,
entre otros, supo dotar de cuerpo político a aquello que el Cardenal Raúl Silva Henríquez
llamó “el alma de Chile”. Un alma que vive de la voluntad de entendimiento, no de la
confrontación. Por eso Patricio Aylwin fue un incansable constructor de acuerdos. Por
eso tuvo adversarios, pero no tuvo enemigos. Supo ser el Presidente de todo un país y
por eso al salir de La Moneda era más querido, apoyado y respetado que cuando entro
a ella. Hasta el fin de sus días fue siempre y para todos “don Patricio”.

Aylwin fue un hombre de fe profunda y fue esa fe la que le permitió superar unos
momentos muy difíciles. Venía de una familia ejemplar y formo una familia a la que quiso
entrañablemente. Sin la señora Leonor el Aylwin que conocemos no hubiera existido.
Don Patricio lo quiso todo para Chile y por eso fue un constructor de democracia, una
democracia “justa y buena para todos”, como el decía. En el empeño de darle forma a
un mejor país puso toda su firme voluntad. Porque don Patricio fue un valiente, pero
nunca confundió la valentía con la irresponsabilidad. Poseía el coraje de los que se
atreven a construir lo perdurable.

Chile no olvidará a Patricio Aylwin porque su proyecto de país sigue estando en el
corazón de nuestra patria y en cada tiempo encontrará una forma nueva de expresarse.
Podemos llamarla “crecimiento con equidad”, “revolución en libertad”, “desarrollo con
dignidad”, pero la matriz será siempre la misma.

Los que queremos lo mejor para Chile, no aceptamos sacrificar la libertad a la justicia
como los totalitarios, ni ganar seguridad a costa del sometimiento a un iluminado como
quieren los populistas, ni creemos que a un país fraterno se llegue a balazos. No
buscamos soluciones promedio, componendas para dejarlo todo igual, castillos de
palabras sin cambios perdurables. Lo que buscamos es el diálogo que construye mayor
dignidad para todos, porque ese es el legado y el ejemplo que recibimos de Aylwin.

Los símbolos importan. Este monumento importa. Las obras que llevan su nombre
importan. Lo digo pensando en lo orgulloso que me siendo de haber definido como
ministro de obras públicas que, en Concepción, el puente bicentenario lleve el nombre
“Presidente Patricio Aylwin Azócar”. Nada más apropiado para un estadista cuya vida
es un puente con nuestro futuro.

Recuerdo los días que siguieron al fallecimiento de don Patricio y el homenaje
multitudinario, silencioso y reverente que le brindó nuestro pueblo. Recuerdo en especial
a un padre que entró a la Catedral con su hijo pequeño a entregar su saludo. A la salida,
un periodista de televisión le preguntó al niño por qué estaba ahí y el niño contestó: “mi
padre me dijo que yo tenía que conocer nuestra historia”.

Sí, amigas y amigos, de eso se trata. Se trata de conocer nuestra historia, lo mejor de
nuestra historia y de trasmitirla más allá de nosotros, más allá de nuestro tiempo, más
allá de las actuales generaciones. Por eso estamos aquí.

Integrado en metal al paisaje, sobre un firme pedestal, se yergue la figura de un gran
líder, en el centro cívico de la República, en este lugar de honor, como homenaje de la
democracia a un demócrata.

Pasarán las estaciones y los años, y entonces, un día un niño o una niña señalará con
su mano extendida en esta dirección y su madre le dirá: “Ese es Patricio Aylwin, fue un
estadista, un hombre bueno, con él recuperamos la democracia y derrotamos al dictador. Sí hija, junto a él empezamos a construir una patria justa y buena para todos,
gracias a Dios”.

En eso estamos don Patricio.

Muchas gracias.

🔽Discurso Presidente PDC Alberto Undurraga en Inauguración del Monumento del Presidente Patricio Aylwin