Compartimos discurso de la Presidenta Nacional de la DC, Carmen Frei, en funeral de Roberto Garretón Merino.
Palabras en memoria de Roberto Garretón Merino
Hoy con dolor despedimos a una persona especial.
Roberto pertenece a ese selecto y reducido grupo de personas que marcaron la vida de muchos a través de su testimonio y de la acción desinteresada.
Son pocos aquellos que logran traspasar las barreras que nos imponemos los seres humanos a partir de nuestras ideas y diferencias. Roberto fue uno de ellos. Con una genuina vocación de servicio por los demás, ayudó a muchas y muchos en momentos muy difíciles de sus vidas personales.
Es conmovedor leer y oír hoy tantos testimonios y vivencias expresadas con tanto afecto y reconocimiento. En este momento que lo despedimos, es bueno recordar que a los pocos años de recibido como abogado, su vida personal y profesional se volcó a la tarea de proteger la vida y la integridad de los demás.
Como él reconoció muchas veces, el Golpe de Estado cambió su vida definitivamente. Desde ese momento, jugó un rol central en la lucha contra la dictadura. Un año antes, en 1972, Roberto había ingresado a la Democracia Cristiana. Fue nuestro Camarada por muchos años.
Su incorporación al Comité Pro Paz fue la demostración palpable de su inquebrantable voluntad por la defensa de los derechos humanos. Su participación en la Vicaría de la Solidaridad fue otra demostración de su compromiso. Sus innumerables recursos de amparo en defensa de personas detenidas por el régimen fueron el testimonio concreto de su convicción política y de su humanismo más profundo.
Probablemente hoy no se aprecia con nitidez lo que esto significaba. Pero eran tiempos realmente duros. Cuando incluso levantar la voz podía significar perder la vida.
Pero él no dudó en alzar la bandera de los derechos humanos. Desde esa época en adelante hizo suya esta causa. Por este compromiso de vida fue objeto de amenazas y persecuciones junto a su familia. Nunca claudicó. Tenía el temple de las personas que pasan a la historia como verdaderos hombres justos.
El Premio Nacional de Derechos Humanos, fue un merecido reconocimiento para un hombre que abrazó como pocos la defensa activa y pacífica de los derechos humanos.
Recuerdo una frase que hizo suya y que lo refleja en plenitud: “el derecho sirve para la vida, o no sirve para nada”. En la noche oscura de la dictadura, el derecho fue la espada que usó para defender a los sin voz.
No podemos olvidar su visión de dotar al país con una nueva Constitución Política. Fue uno de los precursores del debate que hoy tenemos. Nuevamente su apego a los valores democráticos estuvo presente en su reflexión.
Por ello, en un momento de cambios para Chile, donde todas y todos anhelamos construir un nuevo entendimiento social que permita una mayor equidad social, su ejemplo nos anima a seguir caminando en la búsqueda de la justicia y la verdad.
Gracias Marisa, Magdalena, Roberto y nietos que lo acompañaron siempre y fueron su apoyo en su tremenda labor por nuestro país. Un cariño especial para sus hermanos José Antonio y Carmencita.
Hoy te despedimos con gratitud y reconocimiento. Será más solitario el camino sin ti. Te echaremos mucho de menos, pero tu coraje y valentía estará con nosotros siempre. Descansa en la paz del Señor.
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