BIOGRAFÍA DE DON PATRICIO AYLWIN AZÓCAR

Patricio Aylwin Azócar

Luego de una larga trayectoria política, Patricio Aylwin Azócar fue el primer Presidente de la República elegido democráticamente tras 17 años de dictadura militar. Como tal, le tocó liderar el complejo período de la transición a la democracia entre 1990 y 1994, que, marcado por la expectación y la incertidumbre, culminó sentando las bases de la gobernabilidad futura de Chile. Pero su aporte fue más allá de su gobierno, puede decirse que durante la segunda mitad del siglo XX, Aylwin fue uno de los líderes políticos que marcaron la historia de ese tiempo.

Nació en Viña del Mar el 26 de Noviembre de 1918, en el seno de una familia de clase media. Su padre, Miguel Aylwin Gajardo proveniente de Constitución, fue profesor, abogado y juez, llegando a ser Presidente de la Corte Suprema de Justicia en 1957. Su madre fue doña Laura Azócar Álvarez nacida en San Fernando. La mayor parte de su niñez y su juventud transcurrió en San Bernardo. Siguió sus estudios primarios en el Colegio Salesiano de Valdivia durante los años que su padre ejerció como juez en esa ciudad y posteriormente en el Liceo de San Bernardo. Hizo su sexto año de humanidades, en el Internado Nacional Barros Arana desde donde egresó el año 1935.

Tras una larga crisis política en la que se destacó como uno de los líderes en la defensa de los valores democráticos y el estado de derecho, tanto en el gobierno de la Unidad Popular como durante el régimen militar, Patricio Aylwin lideró el difícil movimiento para derrotar la dictadura en un plebiscito hecho para la continuidad del régimen, realizado el 5 de octubre de 1988 y posteriormente encabezó la Concertación de Partidos por la Democracia, -una alianza de centro izquierda- que lo llevó a la Presidencia a la República y que dio sustento no solo a su gobierno, sino a tres gobiernos posteriores, durante 20 años.

El presidente Aylwin asumió su gobierno con el compromiso de unir al país tras largos años de división; restablecer las instituciones democráticas y la plena vigencia de los derechos humanos; impulsar el crecimiento económico y la equidad social e integrar a Chile en el mundo.

Entre sus acciones más notables y complejas, teniendo en cuenta que el General Pinochet se mantuvo como Comandante en Jefe de las FFAA, destaca la creación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (25 de abril de 1990) encabezada por el jurista y ex parlamentario Raul Rettig y un equipo transversal de personalidades que tuvieron la misión de investigar y elaborar un informe que diera cuenta de las violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar.

Este documento, conocido como “Informe Rettig” fue dado a conocer por el Presidente Aylwin en marzo de 1991, ocasión en la cual pidió perdón en nombre del Estado chileno a las víctimas de las violaciones de los derechos humanos durante una ceremonia solemne.

Durante su gobierno, los tribunales acogieron la “Doctrina Aylwin” quien sostuvo la que la Ley de Amnistía vigente, no impedía investigar los casos de detenidos desaparecidos y otras violaciones a los derechos humanos. Sólo podía amnistiarse un delito comprobado. El malestar de las Fuerzas Armadas se hizo sentir en dos intentos prontamente frustrados de demostraciones de fuerza de los militares, encabezados por su comandante en Jefe, el General Augusto Pinochet, como consecuencia de inicios de procesos a militares.

VIDA FAMILIAR

Hijo de Miguel Aylwin Gajardo, juez, y de Laura Azocar Alvarez, dueña de casa, Patricio fue el mayor de 5 hermanos con quienes tuvo una relación muy cercana hasta el final de su vida. Compartían inquietudes y encuentros familiares periódicos, y tenía una preocupación por cada uno de sus hermanos que se acompañaron permanentemente, en todas las vicisitudes de la vida. Casado con Leonor Oyarzun durante 67 años, al final de sus días repetía frecuentemente que ella había sido lo mejor de su vida. Tuvieron 5 hijos, 18 nietos y 11 bisnietos, y así, junto a Leonor, formaron una familia numerosa, a la que, pese a todas sus obligaciones e intensas actividades, acompañó en cada momento, estableciendo vínculos profundos con cada uno de sus integrantes. Compartía largas y conversadas caminatas con sus hijos y nietos, frecuentemente en el cerro San Cristóbal, o paseos en la playa de Algarrobo. Varios de sus nietos abogados como él, recuerdan sus conversaciones jurídicas, y también los nietos que optaron por otras disciplinas recuerdan su interés por conocer de sus actividades y conocimientos. Sentía verdadero amor por los niños, con quienes gozaba y jugaba como uno más.

Dejó fuertes huellas en su descendencia, no sólo por los momentos de grata compañía en que solía recitar versos aprendidos en su juventud, sino por los valores que inculcó a quienes lo rodearon, a través de su forma de ser, sencilla, disciplinada, rigurosa, y gozadora de las cosas simples de la vida. Siempre estaba contento, siempre se quedaba con las cosas buenas, de las personas y de las situaciones, y frente a la adversidad repetía “Arriba los corazones”.

“Admiré en mi padre su capacidad de conciliar la política con la vida familiar. Nos despertaba todas las mañanas para llevarnos al colegio, también nos iba a buscar. Muchas veces éramos las últimas esperando que nos pasara a recoger. Nos recitaba poesías, se enojaba poco. Era un hombre respetuoso de todos, trataba de usted a todo el mundo, en especial a aquellos que no podían tratarlo de tú a él. Era sencillo en sus gustos, sobrio, las cosas del mundo no le interesaban mucho, si le gustaba la naturaleza, era gran caminador y gran lector y los niños le producían enorme alegría”. Mariana Aylwin.

“Fue una amistad de toda la vida. Compartimos en el Movimiento Familiar Cristiano la hermosa tarea de construir pareja y formar familia. Veraneamos en la casa de Algarrobo que se nos abría con toda generosidad. Había un diálogo intelectual y espiritual alimentado por ideales y valores comunes. Por sobre todo es un ejemplo de amistad para ambas familias”. Máximo Pacheco.

“En la vida hogareña de los Aylwin Azócar, Patricio fue una persona gravitante, con una relación cercana con sus padres y hermanos. Me recuerdo que conversaba largo con mi padre, con mi madre, con mi hermana y hermanos mayores. A la hora de la sobremesa se le esperaba para que contara de las últimas novedades, ya fueran sobre asuntos jurídicos, políticos, familiares o de otra índole. En fines de semana, llevaba a mi madre a misa y después a la feria libre, para compras caseras, y muchas veces, nos llevaba a pasear a las cercanías de San Bernardo o a casas de parientes. Se daba tiempo, especialmente los fines de semana, para estar con la familia cualquiera fueran sus quehaceres, y su conversación era a la vez interesante y sencilla. Ese es el recuerdo que tengo de Patricio, como el hermano mayor, de joven, en nuestra casa familiar de San Bernardo”. Tomas Aylwin Azócar.

VIDA POLÍTICA

Patricio Aylwin manifestó desde muy joven su inquietud por la justicia social. Era un gran lector y un hermano de su madre – Guillermo Azócar Álvarez- había llegado a ser senador socialista.
En la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile a la cual ingresó en 1936 generó lazos con otros jóvenes con similares inquietudes, pero dudaba entre su interés académico y su interés por la política. Siendo estudiante impulsó la creación de una Academia Jurídica con jóvenes estudiantes de derecho de la Universidad Católica. Ese fue el comienzo de su vinculación con la juventud falangista. También formó parte de la Juventud de Acción Católica.

En 1945 se presentó como candidato a regidor por San Bernardo, sin lograr ser electo. Ese mismo año ingresó oficialmente a la Falange Nacional, él confesaba que motivado fundamentalmente por su fe católica. En 1946 empezó a colaborar con su órgano de difusión, la revista Política y Espíritu.

Ya en 1948 era Vicepresidente del falangismo y fue candidato a regidor por San Bernardo y a diputado por el Cuarto Distrito de Santiago, elecciones que perdió. Entre 1950 y 1952 fue por primera vez Presidente de la Falange Nacional. Posteriormente fue uno de los fundadores de la Democracia Cristiana en 1957 y al año siguiente asumió como Presidente hasta 1960, colaborando en la primera campaña presidencial de Eduardo Frei Montalva.

En 1965 fue elegido senador por Curicó, Talca, Linares y Maule. Durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei (1964-1970), Patricio Aylwin se convirtió en un puntal político del gobierno que, en un contexto de fuerte ideologización y conflictividad social, se vio cuestionado desde el inicio del gobierno por sectores de su propio partido, especialmente de la Juventud Democratacristiana, que terminó con la división del partido y la formación del, Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitario) en 1969, que más tarde se integraría a la Unidad Popular.

Patricio Aylwin defendió y apoyó la conducción de la llamada Revolución en Libertad impulsada por el gobierno del Presidente Frei, asumiendo la conducción del partido oficialista frente a los sectores rebeldes entre 1965 y 1967 y desempeñando una vasta labor parlamentaria, que incluyó, entre otras, la Reforma Agraria, la Ley de Chilenización del Cobre y la Ley de Organizaciones Populares.

Durante el gobierno de Frei Montalva siendo senador por la circunscripción que incluía la provincia de Linares, fue de los primeros en denunciar a la Colonia Dignidad como un enclave que no respetaba el Estado de Derecho del país. El 1969 participó también como Presidente de la Delegación de Chile ante la Asamblea General de Naciones Unidas.

El escenario político nacional, en el marco de la Guerra Fría se fue radicalizando y la Democracia Cristiana con su candidato presidencial Radomiro Tomic resultó derrotada en 1970. Conforme a la legislación vigente, el Congreso Nacional debería elegir al Presidente de la República entre las dos primeras mayorías: el candidato de la derecha ex Presidente Jorge Alessandri (quien salió segundo)y el candidato de la izquierda agrupada en la Unidad Popular, Salvador Allende(que ganó por estrecha mayoría).

Patricio Aylwin una vez más jugó un rol fundamental en la decisión de apoyar a Salvador Allende, pero condicionado a la aprobación de un Pacto de Garantías Democráticas, que incluyó una serie de reformas constitucionales y legales para resguardar las libertades de expresión, reunión y educación, la separación de los poderes y atribuciones del Congreso Nacional, entre otras, en un clima de desconfianza acerca de la vocación democrática de los partidos de izquierda que, aunque prometían una revolución del sistema capitalista respetando el orden democrático, la llamada “vía chilena al socialismo”, estaban alineados al bloque de los socialismos reales (Unión Soviética, Europa del Este, Cuba) en el mundo bipolar de ese tiempo.

Durante el gobierno de la Unidad Popular, la Democracia Cristiana asumió en su inicio una oposición constructiva, inclinándose por apoyar los cambios propuestos por el gobierno de la Unidad Popular, en la medida que ellos no se apartaran del estado de derecho y la vía democrática. A poco andar, se produjo un distanciamiento, principalmente originado en la política del nuevo gobierno orientada conquistar el poder total y de sus partidarios, usando todas las formas de lucha. Los dirigentes de base democratacristianos denunciaban sectarismo de los partidos oficialistas. El clima político se agravó bajo una grave crisis económica en 1972, con una gran inflación y escasez de alimentos. Durante todo ese período, el senador Aylwin fue un alerta opositor frente a toda acción que se apartara del respeto a la institucionalidad democrática. Desde esa posición, asumió como Presidente del Senado entre 1971 y 1972 y luego fue elegido otra vez como Presidente de la Democracia Cristiana, en mayo de 1973, liderando la facción más firme frente a las políticas de hecho y que pretendían pasar por alto la institucionalidad democrática del gobierno de Salvador Allende.

En un contexto de fuerte ideologización, profunda división social y política, falta de unidad dentro del propio gobierno y crisis de gobernabilidad, creciente violencia desde los extremos, presiones abiertas y soterradas a las Fuerzas Armadas para que actuaran para terminar con el gobierno, intervención extranjera para desestabilizar el régimen o para defenderlo y alarma de una posible guerra civil, Patricio Aylwin respondió al llamado del Presidente Allende, a instancias de la Iglesia Católica, para buscar puntos de resolución de los principales problemas que dividían al país. “Mientras haya una posibilidad en veinte mil de salvar la democracia nuestro deber es intentarlo”, dijo en medio de silbidos y denuestos frente a una asamblea de la Democracia Cristiana que creía mayoritariamente que el gobierno sólo pretendía ganar tiempo.
Desgraciadamente ese diálogo fracasó. Veinte días después, Patricio Aylwin respondió al llamado del Cardenal Silva Henríquez para juntarse privadamente con el Presidente en su casa. Si bien, posterior a ese encuentro, Aylwin y el Ministro del Interior Carlos Briones llegaron a algunos acuerdos, ellos no pudieron materializarse. Para Aylwin, el gobierno estaba muy atado a sus partidos. Por otra parte, desde los diversos sectores, la adhesión a la vía democrática era cada vez más débil. La Democracia Cristiana sería el partido que, institucionalmente, apoyó hasta el último día una salida democrática que se hizo cada vez más inviable.

Así se llegó al golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Una vez producido el quiebre institucional, la directiva de la Democracia Cristiana encabezada por Patricio Aylwin hizo una declaración en que señaló que la situación producida era “consecuencia del desastre económico, el caos institucional, la violencia armada y la crisis moral a que el gobierno depuesto condujo al país, que llevaron al pueblo a la angustia y la desesperación”…Lamentó la situación, señaló que las FFAA no buscaron el poder y valoró el propósito manifestado por la Junta Militar de restablecer la normalidad institucional , la paz y la unidad de los chilenos, manifestando disposición a colaborar con esos propósitos.

No obstante, a poco andar se hizo evidente que el nuevo régimen no sólo no estaría orientado en ese sentido , sino que- en vez de pacificar a los chilenos- se impulsaba una fuerte persecución política, con prisioneros, fusilados, violaciones a los derechos humanos. Tampoco sería transitorio y que entre sus pretensiones estaba la implantación de una nueva institucionalidad. Con el Congreso cerrado y los partidos políticos al margen de la ley, Patricio Aylwin, manteniéndose como Presidente de la Democracia Cristiana hasta 1976, se dedicó a lo que él llamó “salvar el cuerpo y el alma del partido”, recorriendo el país, agrupando a los militantes y manteniendo al partido funcionando en la clandestinidad, tanto sus bases populares, como sus organizaciones sociales y su juventud. También representó a la Democracia Cristiana en la Unión Mundial de Partidos Demócratas-Cristianos y la Organización Demócrata Cristiana de América Latina.

Después de entregar la Presidencia de la Democracia Cristiana a Andrés Zaldívar, elegido bajo el receso partidario, Aylwin se marginó de la primera línea. Durante esos años, retomó su profesión con las dificultades propias de la época, participó activamente en la defensa de casos de violaciones a los derechos humanos, presentando numerosos recursos de protección por casos de expulsiones del país (Jaime Castillo, Renán Fuentealba), violación al derecho de libertad de expresión (Radio Cooperativa) y muchos otros.

A fines del año 1979, Aylwin fue uno de los impulsores del llamado Grupo de Estudios Constitucionales o Grupo de los 24, que convocó a diversas personalidades, de un espectro político que iba desde comunistas a liberales, muchos provenientes del mundo académico, para trabajar en una propuesta alternativa a la nueva Constitución Política impulsada por la dictadura, la que sería aprobada sin registros electorales ni libertad de expresión vía referéndum el año1980. Fue Vicepresidente de este Grupo hasta 1985, siendo uno de los primeros espacios de diálogo y trabajo conjunto entre sectores de distintas posiciones en la oposición a la dictadura dentro de Chile.
En 1985 y 1986, habiendo dejado la Vicepresidencia de la Democracia Cristiana, Patricio Aylwin fue elegido y ejerció como Presidente del Colegio de Abogados. En 1987, Aylwin retomó la Presidencia de la Democracia Cristiana con la tesis de inscribir al partido en los registros electorales y prepararse para participar en el plebiscito que debería convocar en 1988 conforme a la Constitución de 1980 para consultar al pueblo por la continuidad del General Pinochet por ocho años más como Presidente de la República.

Uno de sus objetivos principales fue la reestructuración del partido y la reorganización de la oposición a la dictadura ante el anuncio de Augusto Pinochet de someter a plebiscito su continuidad en la presidencia y de convocar a elecciones en caso de obtener resultados negativos en la primera elección. Así, el 2 de enero de 1988 Aylwin -junto a varios dirigentes- crearon la Concertación de Partidos por el No, siendo él mismo su vocero ante la opinión pública. En octubre de ese mismo año la opción “No” en contra de Pinochet obtuvo la victoria con el 54, 6% de los votos logrando la convocatoria a elecciones presidenciales.

El 14 de diciembre de 1989, Patricio Aylwin se presentó como candidato a la Presidencia de la República en representación de con un 55, 2%. El 11 de marzo de 1990, asumió como Presidente de Chile al recibir de parte de Augusto Pinochet la banda presidencial.

VIDA UNIVERSITARIA Y ACÁDEMICA

Ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile en 1936. En este período de formación universitaria, Aylwin participó en múltiples actividades, especialmente de carácter académico. Fue el primer presidente de la Academia Jurídica, que se creó en 1939 con el fin de llenar un vacío en las actividades estudiantiles.

En enero de 1943 se tituló de abogado, presentando una memoria titulada “El juicio arbitral” aprobada con las máximas distinciones. Este trabajo es hasta hoy consulta obligada en el tema, habiendo sido reeditado en numerosas ocasiones.

En 1946 asumió la cátedra de Derecho Administrativo en las escuelas de Derecho de la Universidad de Chile, primero, y más tarde en la Universidad Católica. También fue profesor de Educación Cívica y Economía Política en el Instituto Nacional.

Fue nombrado Doctor Honoris Causa en la Universidad de Rosario en Colombia, de Georgetown y Notre Dame en Estados Unidos, de Waseda y Soka, en Japón, de La Trobe en Australia, de La Sorbonne en Francia, y de Parma en Italia. También en la Universidad de Concepción, La Frontera de Temuco, y en la Universidad de Santiago En 1998, por sus esfuerzos durante el período de transición en Chile, fue distinguido con el premio “J. William Fulbright para la Comprensión Internacional”. Este reconocimiento destaca a aquellos individuos que han dedicado sus esfuerzos a mejorar la comprensión internacional, el entendimiento entre las personas, culturas o naciones y la promoción en las nuevas generaciones de un compromiso de vida hacia el entendimiento internacional.

 

 

 

 

 

 

 

FUENTE: http://fundacionaylwin.cl/

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