PARLAMENTARIA 2017: TITO MONJE, UN DIPUTADO PARA LA CULTURA

 

De formación Historiador del Arte desea realizar un programa inclusivo de cultura que, en sus palabras, signifique una revolución en la forma de hacer política territorial, pretende promover el  patrimonio cultural material e inmaterial, crear leyes de protección cultural, impulsar centros culturales comunitarios inclusivos y aumentar  los recursos para orquestas municipales; buscará alentar la tenencia responsable de animales, aumentar las  plazas recreativas y museos, promover la lectura, potenciar la creación de canales culturales, entre varios otras iniciativas.

Respecto a su decisión de postular a Diputado nos comentó.

¿Por qué optar por un cargo político en un momento en que está en tela de juicio la credibilidad de parlamentarios y entidades gubernamentales?

La opción política deviene de la convicción, después de haber realizado tus mejores esfuerzos para ser parte de la construcción de un sistema cultural para el país en donde se respeten los anhelos, sueños, convicciones y proyectos del mundo cultural, que era necesario pasar a otro estadio. Es un  tremendo desafío que aún se está fraguando, sin embargo, he de confesar que me encantaría asumir dicho desafío para ser parte  de una nueva clase política comprometida con los ciudadanos y sus organizaciones,  mismos que podrán demandar el respeto a los compromisos adquiridos. Apelar a un ciudadano cultural, a un país cultural diverso, multicultural, un territorio ancestral con pueblos originarios vigentes, con su cultura y lenguas propias, un país rico en Patrimonio material e inmaterial, en un pasado arquitectónico, antropológico que alimenta permanentemente nuestra identidad nacional.

Hacer del interés cultural una práctica política constante, pero allí donde es necesario que ocurra y no solo en la trinchera de la gestión, sino en la vitrina del imaginario nacional. Soy parte de una generación que cree haber mirado el pasado y haber aprendido de los errores cometidos por otros, Marx señala que la historia se repite siempre dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa, deseo que ese ciudadano cultural se regocije en una pléyade de nuevas posibilidades, y no solo mirar la tragedia o la farsa.

Bajo el lema “Un Diputado para la Cultura” ¿Cuáles son tus propuestas respecto a este tema?

Un diputado para la cultura surge de la idea que la praxis cultural supone un ejercicio político, poner a la cultura en el centro de las prioridades políticas, no como un aderezo, que añade gusto a la sopa, por lo tanto, se puede poner, mantener o quitar, sino más bien convertirlo en el plato principal, en este sentido, generar una serie de propuestas que asuman las diversas demandas que aún se arrastran, algunas de las cuales podrían ser.

Evitar a todas luces el asistencialismo cultural.

Crear programas permanentes de largo plazo de interés de las más variadas disciplinas artísticas.

Mejorar los financiamientos de cultura en los gobiernos locales, en acuerdo con la asociación chilena de municipalidades y el CNCA.

Crear, diseñar y construir nuevos indicadores para el mundo de los proyectos culturales y como éstos son evaluados por la administración del estado.

¿Qué será lo primero que harás si sales diputado?

Modificar el FONDART, o a lo menos corregirlo, respecto de cuestiones que son conocidas por el mundo del arte y la cultura. Establecer criterios de evaluación mucho más acordes a las prácticas artísticas y menos a los réditos políticos que la autoridad ve en esas prácticas artísticas. Elaborar  nuevos componentes de evaluación sobre la base de indicadores específicos para las distintas disciplinas artísticas en donde la eficiencia y/o eficacia respondan a estos indicadores. Defender estos criterios frente al Servicio Civil del Ministerio de Hacienda, de forma tal, de hablar un lenguaje específico a las necesidades del creador nacional.

Establecer o propugnar políticas de largo plazo, quizá a través de programas permanentes que recojan el interés disciplinar, no al asistencialismo cultural, generado por la mediación de los “gestores culturales”, ellos confunden el centro de la cuestión  y han desvirtuado la mirada de la sociedad frente a estos temas.

Fortalecer la nueva institucionalidad mediante la profesionalización absoluta de sus trabajadores, pero además, en las otras instancias de la administración del Estado, gobiernos locales, Universidades, organizaciones de bases y colegios.

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